Es difícil que a José Forero, colombiano de 63 años, lo reconozcan en la calle. Si acaso, sus amigos, pareja, familiares y poco más. En estos días disfruta de su reciente jubilación laboral, hace ejercicio, y pasea tranquilamente por un parque sin que nadie lo detenga para pedirle una selfie.

Pero cuando se pone el maquillaje y la máscara de tigre porque la selección de Colombia va a jugar, el péndulo se va al otro extremo: es imposible hablar con él más de cuatro o cinco palabras antes de que algún aficionado cafetero se acerque a tomarse una fotografía. En los alrededores del estadio le toma 45 minutos caminar un par de cuadras y en las gradas todos quieren la foto con la ya tradicional pose enseñando los dientes y mostrando las garras.

El origen del personaje es complejo de rastrear y hay que tejer varios hilos de la vida de José Forero para dar con una respuesta. Está, por supuesto, su amor innegable por el fútbol, que comenzó en Barranquilla siendo muy niño. También, la comunión con el carnaval de Baranquilla, una actividad que recuerda las tradiciones culturales de Colombia. Por último, la admiración que tiene por Radamel Falcao, El Tigre.

“Fue totalmente espontáneo. Inicialmente, mi motivación fue Radamel Falcao en 2012, cuando pasó a primer plano y se convirtió en el líder del equipo. Se cargó el equipo a los hombros, así que quise rendirle homenaje”, rememora.

Además, la admiración excede el terreno de juego.

“Es un gran ser humano. A veces los jugadores cuando llegan a la fama, pierden el camino en la droga, el alcohol o malas costumbres. Pero Falcao es una buena persona, gran padre de familia, me identifiqué mucho con él en ese aspecto porque así yo he sido”.

Desde entonces, ha estado en las tribunas de la Copa Mundial de la FIFA Brasil 2014, Rusia 2018, varias ediciones de la Copa América y partidos de eliminatorias. Y hoy en día El Tigre es un personaje que se deja la garganta en cada partido para apoyar a Colombia, pero sobre todo que se esfuerza siempre por ser un embajador del fútbol colombiano y su país, estrechar lazos con aficionados de otros lugares del mundo y ser un ejemplo puntual de que el fútbol es y debe seguir siendo alegría para todos.

“Es muy satisfactorio sentir otra emoción de los aficionados, y las palabras bonitas que me dicen, sobre todo la gente extranjera. Si son de Colombia, se emocionan mucho, me abrazan y me dicen cosas bonitas para que siga adelante”.

Sin embargo, el camino del Tigre no ha estado exento de momentos difíciles que han sido una dura prueba para mantenerse como un personaje que navega bajo el estandarte de la felicidad. Hace siete años perdió a su esposa y hace dos años perdió a uno de sus hijos, ambos por cáncer.

“Fue un golpe muy duro para mí. Me quedé con un hijo, así que no podía tirarme a la tristeza, a la melancolía. Todo esto me sirvió como terapia, para saber que la vida sigue, la vida no se detiene, el show continúa y no podemos estacionarnos en la tristeza. En otras palabras, como diría la canción de Celia Cruz, la vida es un carnaval”.

Pero supo hacer frente al dolor y ha seguido caminando hacia adelante, firme en su propósito. Ahora, vive un momento único, porque su país, Colombia, es anfitrión de la Copa Mundial Sub-20 Femenina de la FIFA, donde ha estrechado lazos con aficionados de México, Camerún, Australia, entre otras nacionalidades.

“Es muy importante porque es un voto de confianza a Colombia por parte de la FIFA, y estas son oportunidades para que los países muestren su potencial y su alegría; para decirle a la gente que aquí podemos hacer un festival de fútbol, para demostrar que gente de diferentes rincones del mundo puede venir y unirse a nosotros, pasar un buen rato y unirse en torno a la pasión por el fútbol. Eso es lo bonito del fútbol: une a la gente”.

De esta manera, siguiendo a su representativo por diferentes ciudades, no duda en asumir su rol de canciller del fútbol cafetero y jugar su papel para que esta edición de la Copa Mundial Femenina Sub-20 de la FIFA quede en la historia.

“Me siento más como un embajador, no tanto del fútbol, sino más bien de la alegría del fútbol. Una parte son los equipos, los organizadores, etc., y como aficionados tenemos que hacer nuestra parte, con buena actitud, alegría y energía positiva para demostrar que el fútbol es paz y armonía entre todo tipo de personas”.